martes, 23 de agosto de 2016

¿LE DOY GRASA?


Hace poco estuve sentada en el Zócalo de Acapulco y observando trabajar a un señor BOLERO, Estuve menos de una hora ahí y en ese rato tuvo dos clientes; Uno de ellos llevaba unas botas, vi como las limpió con algo jabonoso, creo que es jabón de calabaza, luego las secó con un trapo y le puso cosa tras cosa, hasta que llegó al cepillo de calzado y finalmente a un trapito largo con el que dio los toques finales y le sacó brillo al calzado. 

Antes de eso había pensado que debe ser muy jodido ser bolero en Acapulco, porque la mayoría de las personas andan en chanclas o calzado abierto, pero hay gente trabajando o señores de los de antes que aún utilizan el calzado cerrado.

Después de todo dicen que por los zapatos se conoce a las personas, por la pulcritud que tengan para con su calzado, denota el cuidado que tiene para con sí mismo/a y las cosas que hace. Algo hay de razón en esa afirmación; porque igual no es muy complicado traer el calzado limpio.


Aunque hemos comenzado a vivir en una sociedad donde todo es desechable y cuando algo está feo y sucio preferimos tirarlo antes que darle una manita de gato. Cuidar los zapatos poniendolos en manos de un bolero, No solo cuida nuestra economía y apariencia, sino también un viejo oficio y el medi ode vida de muchas personas y familias.

Recuerdo que antes se usaba que los niños trabajaban con su pequeño cajón de bolero, con sacrificio los padres invertían en la cajita que servía además como asiento, la grasa y demás artículos que les eran necesarios. Los niños aprendían a ganarse la vida de una manera honesta y contribuían al gasto familiar y a sus propios estudios. 


Hace muchos años que no veo a alguien con cajita de bolero y solo se ven boleros establecidos con su silla y sombrilla para comodidad del cliente. Sin embargo el olor de la grasa y tinturas es de aquellos olores que transportan, que nos llevan a los recuerdos, de cuando el abuelo o el padre llegaba oliendo a aquello con los zapatos brillositos, o de nosotros mismos/as cuando había un desfile u ocasión especial y no solo le dábamos con la chinola (cera líquida), que lejos de lustrar, reseca el calzado.

Les invito a pasar un día con algún bolero, llevar un libro o revista y darse ese espacio para relajarse un poco mientras los atiende o conversan con el señor o señora BOLERO/A, Yo vi que el señor cobraba 20 pesos, se me hizo poco para el detalle que pone en lo que hace. 

Ayudemos a preservar ese oficio :)


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